LUZ que guía y enceguece por Andrés Rodelo

Hoy miércoles, tras circular con éxito por festivales de todo el mundo, se estrena oficialmente en Manizales Luz (2020), la ópera prima del cineasta local Juan Diego Escobar Alzate.

Una cinta que rompe con la tradición de los tres largometrajes producidos antes en la capital de Caldas. Diría que para bien: no porque sea mejor o peor que los anteriores, sino diferente. Cualquier propuesta que haga más variado nuestro sector audiovisual será siempre bienvenida.

Si las cintas que la antecedieron exploraron el documental o la ficción más cercana a un registro de la realidad, Luz es una mezcla de wéstern, fantasía y folk horror, aunque nunca desde la vertiente comercial de estos géneros.

En lugar de intentar secuestrar la atención y procurar el disfrute de su público, Luz construye un relato anticomplaciente, polémico, duro de roer y que, ante todo, busca poner en crisis las creencias más profundas de quien la vea.

Lo más particular es que lo hace sin abandonar los terrenos en los que se erige. En ellos encuentra bases sobre las cuales apoyarse, que se vuelven convicciones en la orilla opuesta del tratamiento que hace Hollywood y otras industrias del cine de los géneros ya mencionados.

En Luz, las facetas más sombrías y luminosas de la naturaleza humana se entremezclan con una intervención profunda de la imagen, un nivel de estilización audiovisual como nunca se había visto en el cine local. Crueldad, locura y fanatismo palpitan bajo la piel de esta obra que rinde culto a los colores del cine giallo, la ferocidad del terror y los desplazamientos por el espacio con steadicam de las películas de Terrence Malick.

Quien salga hoy del pase de Luz podrá experimentar sensaciones encontradas. Juan Diego Escobar sabe que nada es más importante que su visión, una que no toca al espectador con la suavidad y el encanto del cine inofensivo, sino que lo lleva por un camino pedregoso, en donde el martirio de sus personajes puede llegar a sufrirse en carne propia.

Y quizás haya lugar para la verdad y la iluminación. Puede que al final todas las cargas y penurias se tornen en una manifestación de lo que llamamos Dios. Porque, en últimas, eso es lo que nos dice Escobar Alzate: el bien y mal no son encarnaciones de dos seres antagónicos, sino los hijos de un mismo creador.